
Es indudable que las abejas son un elemento esencial en el buen mantenimiento de nuestros ecosistemas, además, nos permiten conocer el estado de los mismos, ya que no sólo son uno de los vectores más importante en la polinización sino que también son un buen indicador de la contaminación del aire y del agua. Para la Unión Nacional de la Apicultura Francesa (UNAF)son las “Centinelas del medio ambiente” y así se llama el programa que lanzaron en 2005. El objetivo de este programa es involucrar a empresas y administraciones en la conservación de la abeja y su implantación en las ciudades. Los colaboradores del proyecto se comprometen a colaborar con la UNAF en la promoción de estos insectos y sobre todo a la creación de una colmena en sus terrenos. Varias empresas como GrDF y L’Oreal o administraciones como la Aglomeración de Burdeos o el Principado de Mónaco ya tienen instaladas las colmenas en techos, parques y jardines, según las posibilidades de cada uno.


Sin duda, cada vez más, los límites entre la ciudad y el campo se difuminan. Las experiencias de este tipo de proyectos nos indican un camino en el que las ciudades son algo más que estructuras de acero y hormigón consumidoras de recursos y se transforman en un ecosistema independiente.