Los que alguna vez hayáis visitado Londres conoceréis de sobra la imagen de los "basements", quizás incluso os haya tocado vivir en uno de ellos, algo de lo más normal en esta ciudad, aunque en otros lugares sonaría de lo más inhumano. Para la mayoría de la gente los "basements" son el sótano de la casa, transformado en vivienda independiente muchas veces, y a los que se accede por una escalera exterior directamente desde la calle y que ya forma parte del paisaje londinense.
Pero ahora se está dando una situación en la que los "basements" llegan a tener más volumen que el propio edificio exterior. Esto se debe a que en Londres las leyes no permiten aumentar en altura superior en ciertas zonas, pero si permiten excavar, con lo que llegan a haber sótanos de 30 metros de profundidad en los que es posible encontrar cines, gimnasios, garajes para colecciones de coches, jardines, piscinas cubiertas... y todo lo que uno se pueda imaginar. Una ciudad que no puede crecer hacia arriba y lo hace hacia abajo, una ciudad subterránea, un nuevo espacio donde parece que no hay nada. Pero esta situación se ha dado por una serie de características que se han dado en esta ciudad y no está exenta de consecuencias.
Sobre esto co-escribimos un artículo para la revista Ciudad Sostenible que os podéis descargar en pdf aquí * y leer y ver más imágenes siguiendo con el post.
Patricia Cuervo – Urbanista medioambiental. Equipo
de directivas del Royal Borough of Kensington
and Chelsea, Londres
Rita Monfort -
Arquitecta - Ciudad Observatorio
Introducción
En muchas calles del centro londinense podemos ver como las
edificaciones se retranquean dejando espacio para un pequeño patio situado en
una cota inferior a la de la acera. Esto produce que estas calles tengan un
paisaje muy característico de esta ciudad, aportando cierto encanto al espacio
público. Curiosamente sus verjas negras construidas con elementos que recuerdan
a lanzas y que repiten su estética sea cual sea el barrio donde se sitúan se
han convertido, como tantos otros, en un
elemento urbano característico de esta ciudad.
Sin embargo más allá de su aportación al paisaje de la ciudad, estos
pequeños patios hundidos son la imagen pública más evidente (junto a los conocidos
carteles en el suelo “Smoke outlet from basement”) de un elemento
característico de algunas edificaciones
de Londres: los “basements”.
Este espacio, cuya traducción es sótano, es producto de una serie de
características que se dan en la capital inglesa (tanto legales como culturales
y económicas) adquiriendo un concepto
bastante alejado a lo que puede entender en otras sociedades como tal. A priori,
un sótano en España sería utilizado como garaje o trastero, o, a lo sumo como
espacio de trabajo o zona de juegos. En la capital inglesa es común que se
habiten como vivienda, incluso es habitual que la vivienda entera se encuentre
en el “basement” independizada del resto de la edificación, con entrada propia
desde la calle.
Históricamente estos espacios formaban parte de la casa, quedando
relegados a cocina, almacenaje de carbón, servicio o trastero, pasando a
dividirse cuando se necesitaba crear una vivienda totalmente separada (bien por
independencia de los hijos o algún familiar, bien por motivos económicos). Se
ventilaban por pequeñas ventanas traseras y por el estrecho patio que daba a la
calle, por el que se accedía a la vivienda gracias a unas escaleras (lo que
antes solía ser el acceso de servicio).
Bien es cierto que muchos de estos sótanos, a pesar de que las ventanas
que dan a la calle se topan con un muro a un escaso metro y medio, tienen
acceso directo al patio-jardín en la parte trasera a su mismo nivel, lo que
hace que se conviertan en unas viviendas privilegiadas al tener su propio espacio
exterior o jardín en el centro de una de las ciudades más internacionales del
mundo. Este hecho, junto al incremento del precio de las viviendas en Londres a
niveles desorbitados, hace que el vivir en uno de estos apartamentos no sea tan
mala opción a pesar de su condición de sótano o semisótano y de la escasa
ventilación y luz natural que pueden tener.
Esta situación ha provocado que haya un auge en la construcción de estos
espacios y esto ha dado como resultado
que se haya creado todo un engranaje económico, social y legal alrededor de
ellos del que surgen empresas especializadas exclusivamente en su creación y
decoración, leyes propias para ellos y un producto que consigue revalorizar y
ampliar viviendas hasta límites insospechados. Los “basements” han dejado de
ser únicamente ese espacio residual reconvertido en vivienda, para convertirse
en verdaderas edificaciones subterráneas que pueden llegar a esconder gran
parte de una residencia.
Marco legislativo para la construcción de sótanos
El documento que
regula las leyes urbanísticas en Inglaterra es el Marco Legislativo Nacional de Planificación. Este documento
abarca temas muy diferentes, desde como asegurar la vitalidad de los centros
comerciales y la economía rural, hasta la conservación de edificios históricos,
el cambio climático y la explotación sostenible de minerales. También a nivel
nacional están los derechos generales de construcción que regulan los cambios
que propietarios pueden hacer en sus casas sin necesidad de licencia
urbanística: desde extensiones laterales y traseras, como conversiones de
áticos y sótanos.
La construcción de
sótanos (cuando estos no están considerados como permitidos) está regulada por
leyes de urbanismo regionales y locales de Londres. Estas leyes están
generalmente centradas en la protección y conservación de edificios históricos.
La gran mayoría del centro de Londres está denominado como ‘zonas de
conservación’ donde los barrios están protegidos por su carácter y/o uso
histórico (generalmente de las épocas Georgiana, Victoriana y Eduardiana).
Además, tanto dentro como fuera de las zonas de conservación, miles de
edificios están listados, dándoles una protección especial no solo a su
carácter externo, sino también a su interior (detalles de la escayola,
escaleras, chimenea, materiales de construcción, etc.), e incluso al jardín de
la casa.
Todo esto hace que
cuando los propietarios quieran extender o modificar sus hogares tengan que
pedir licencia urbanística, licencia de cambio para edificio listado o ambas.
Además, es muy difícil que se permita la extensión de las casas verticalmente, añadiéndole pisos al ático; lo
cual provoca que la extensiones sean mayoritariamente en horizontal y
últimamente y con una tasa alarmante, subterráneas.
En el centro de
Londres el precio del suelo es exorbitante, dando como resultado que cualquier
extensión de las casas incremente su precio exponencialmente. Se calcula que el
incremento neto del precio por metro cuadrado de los sótanos puede llegar a las
10.000 libras o 12.000 euros (una vez descontados los costes de
construcción). Esto, unido a que Londres
está considerado globalmente como una ciudad propicia donde invertir en el
mercado inmobiliario, hace que se haya producido una explosión de construcción
de sótanos. En muchos casos, estos sótanos son de un solo piso y se usan para
crear la cocina y zona de recreo para los niños, en una vivienda unifamiliar.
Pero en otros tantos, cada vez con mayor
frecuencia, las solicitudes de licencia urbanística son para la creación de
mega sótanos para los multibillonarios y fondos de inversión. Estas
corresponden a sótanos de hasta 3 o 4 pisos, que incluyen dormitorios para los
trabajadores domésticos piscinas, gimnasios, salas de cines, e, incluso, museos
para los coches de lujo. En algunos casos, los inversores llegan a comprar dos
casas en calles paralelas y las conectan por un sótano de varios pisos debajo
del jardín.
Consecuencias
Aunque el hecho de
que la construcción y/o extensión de los sótanos se haya convertido en algo
frecuente, no es gratuito para la ciudad y sus efectos, tanto medioambientales
como sociales, deben ser tenidos en cuenta. No solo se produce el impacto de
una construcción general, como el incremento de la huella de carbono, sino
también tiene efectos sobre la estructura de las viviendas adyacentes y los
jardines se ven perjudicados, perdiendo vegetación y permeabilidad (en algunos
casos por completo).
Por otro lado también
está el factor social: los vecinos tienen que sufrir el ruido, polvo y
vibración de una excavación que puede durar muchos meses. Esto se une a la
pérdida de comunidad, ya que los inversores de estas mega construcciones son generalmente
bancos, compañías de seguros o personas extranjeras que viven en ellas una
corta temporada al año porque su vivienda habitual se encuentra en otro país. Ésta
es una causa más por la que los londinenses se ven “obligados” al abandono del
centro de Londres, ya que aumenta desorbitadamente los precios de la vivienda, provocando
que se amplíe la diferencia entre clases sociales.
El conflicto está
servido: por un lado están los vecinos del centro de Londres que, en su mayoría
quieren reducir las construcciones y excavaciones masivas mediante el apoyo a
los ayuntamientos para que tengan una política más restringente; y, por el otro,
están los inversores, agencias de construcción e inmobiliarias, que desean
seguir excavando e incrementando el valor de la propiedad.
Será interesante
ver cuál es el futuro de este “nuevo elemento urbano”.