En Londres hay un Playground basado en el cuento de Peter Pan. Así, como lo oyen. Es el Diana Memorial Playground, abierto en el 2000 en recuerdo a la Princesa de Gales y situado cerca del Palacio de Kensington.
Aunque por la idea pueda parecer que se trata de una especie de Disneyland en su versión inglesa, en la realidad se trata de un espacio perfectamente integrado en el parque. Los materiales utilizados están acorde con los que se podrían esperar de un espacio que apuesta por intentar estar lo más cerca de la naturaleza posible: madera, cuerdas, arena, piedras... Nada que ver con los playgrounds ultramodernos en los que a veces a los mayores nos cuesta entender como jugar [aunque a los niños no les cuesta ni 2 segundos entenderlo, o inventárselo, que también sirve].
Mientras que hay ciudades en las que las zonas de columpios parecen clones unas de otras y hay que estar pendientes de que los niños no salgan corriendo a la calzada detrás de un balón, hay en otras donde hay lugares como éste capaces de hacer soñar e inventar historias a pequeños y a mayores. Para una mayor tranquilidad está cerrado y no permiten la entrada a adultos que no acompañen a niños [sabemos que lo ideal es que estuviese abierto a todo el mundo y que lo niños no estuviesen encerrados en un espacio, pero en la actualidad la realidad es que el hecho de que estén controlados aporta cierta tranquilidad a los padres].
Dividido en diferentes zonas, parece que recorras el cuento de Peter Pan poco a poco y puedas parar en la página que más te guste. Desde el barco pirata, con barcas más pequeñas rodeándole, hasta la tribu india, pasando por casetas de madera y un espacio musical donde los niños pueden tocar los instrumentos. Incluso hay una zona destinada a los más pequeños, a los bebés, lo cual se agradece si vas con uno de ellos.
Un playground temático de un cuento de sobra conocido por mayores y pequeños es una fantástica idea para salir de lo común en lo que a diseño para espacios infantiles se refiere. Si además los niños han visto la película y van disfrazados con parches en el ojo, espadas de goma espuma o plumas de indios, lo único que les falta es un paisaje como éste para que la diversión y la imaginación estén aseguradas.
Y al final, lo mejor, es que los niños se inventan su propia aventura.