pequeña escala: niños que quieren jugar



Poco a poco las esculturas en la ciudad dejan de ser algo intocable encima de un pedestal, para formar parte del paisaje e interactuar con los viandantes que las ven. Y es que si estas esculturas de niños en mitad de Londres [que parecen salidos de la película de Mary Poppins o de Peter Pan, o de un cuento de Charles Dickens] te invitan a algo es a jugar en mitad de la calle.


Dejando de lado la parte artística y centrándonos en la parte urbanística y social, el hecho de que estos niños  inviten a jugar en mitad de una calle peatonal merecen una reflexión, invitan a jugar en una calle de una ciudad, una de tantas en las que normalmente [sin llegar a prohibirse] es imposible jugar, que normalmente están llenas de coches o, en caso de que sea peatonal, de adultos que van de un lado a otro con prisas. Sin que sea su intención es una especie de protesta y de llamada de atención sobre los niños, esas personas con las que el urbanismo no suele contar para diseñar sus ciudades, una llamada de atención sobre todo el espacio público que existe en nuestras ciudades y el poco que se destina al disfrute de los más pequeños.

Algo parecido a lo que ya comentábamos el otro día con las instalaciones artísticas realizadas en Londres en honor a los Juegos Olímpicos.